Cómo tomar decisiones difíciles
Necesitarás una hoja de papel en blanco. Una mente despejada. Un lápiz. Concéntrate en la pregunta, en la elección que quieres abordar.
Escribe tu pregunta como título en la parte superior central de la página. Dibuja una línea vertical en el centro de la página, justo debajo del título.
Sostén el lápiz con tu mano no dominante. Manteniendo firmemente en mente el tema que quieres explorar, comienza a escribir y a anotar las sensaciones y sentimientos que surgen solo de pensar en esta elección. Escribe de forma espontánea, sin filtrar demasiado, dejando que tus pensamientos fluyan. Escribir con la mano no dominante te obligará a pensar fuera de lo común y de una manera más espontánea y alternativa.
Al principio, puede parecer complicado o antinatural. Esto es completamente normal. Tu mano no dominante no está acostumbrada a este tipo de actividad, por lo que es comprensible sentir un poco de incomodidad.
Continúa anotando en el lado izquierdo de la hoja todo lo que pertenece a tu esfera emocional: sensaciones, miedos, deseos, dudas, incluso si no son muy racionales o son contradictorios. El objetivo es dar voz a tu lado más intuitivo.
Ahora es el turno de la otra mano. Pasa a un análisis racional del asunto. En la columna derecha, escribe con tu mano dominante todas las consideraciones más racionales que se te ocurran.
Esta vez, tómate tu tiempo para reflexionar. Examina los pros y los contras, evalúa las consecuencias, considera el impacto de tus acciones en ti mismo y en los que te rodean. Piensa en las ventajas y desventajas, los costos y beneficios, y las soluciones alternativas.
Intenta mantener una cierta simetría entre las dos columnas, para dar el mismo espacio y dignidad tanto a tu lado emocional como al racional.
Analiza tu elección de forma integral
Te encontrarás con una hoja de papel con dos columnas que, a veces, pueden contener incluso ideas contradictorias. Es precisamente de esta disonancia de donde a menudo surgen las dudas y las dificultades para tomar decisiones.
Ahora intenta encontrar un punto de equilibrio. Reflexiona sobre cómo integrar las necesidades y demandas de ambas partes: la emocional y la racional. No se trata de elegir la “parte correcta”, sino de encontrar una síntesis que tenga en cuenta a ambas.
En el reverso de la hoja —o en la parte inferior— comienza a escribir posibles acciones que puedan satisfacer ambos niveles de análisis. Es una forma de transformar el conflicto interno en una mediación constructiva.
Felicidades
Si has completado el ejercicio, has demostrado valentía: has elegido observarte desde dentro, de una manera profunda y consciente.
Al repetir el ejercicio sobre diferentes temas, notarás que a menudo no hay una solución que pueda satisfacer plenamente ambas perspectivas. Este mismo sentimiento de equilibrio imperfecto puede ser la señal de que has encontrado una decisión sabia y bien considerada.
Escribe tu experiencia en los comentarios, ¡hazme saber si lograste encontrar la claridad que buscabas! Comparte este ejercicio con aquellos a quienes creas que les puede resultar útil.